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En honor a Fernando

Escrito por Ignacio Chans Etcheverry*/ ?> Publicado en Locales, Slider

Hace una semana se fue Fernando Mabil, periodista de rugby de El Telégrafo de Paysandú. Un tipo que se hizo querer como pocos, y que se va a extrañar mucho

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Ignacio Chans-Redacción RugbyNews
Hace una semana que se fue Fernando Mabil. Y a todos los que lo quisimos nos dejó un vacío enorme. Triste, e inexplicable.

Fernando fue una persona de rugby. No lo jugó, y lo conoció de grande. Pero desde su trabajo de periodista en El Telégrafo de Paysandú, se enamoró del deporte. Igual que todos los que hemos pasado suficiente tiempo cerca de una cancha como para imbuirnos de su espíritu.

Quizás muchos de ustedes no hayan conocido a Fernando. Sí casi todos los que han estado cerca de Trébol, aunque sea de cara, porque estaba siempre. Con frío, con calor, con lluvia o tormenta. Llegando en su moto, mirando desde el costado de la cancha, consultando a los visitantes los nombres y puntos de esos que veía una vez por año. Si fueron alguna vez de visitantes al Golf, Fernando era ese: el que les preguntaba pelos y señales de cada uno que entraba a la cancha. No porque buscara un pulitzer, ni porque corriera atrás de una fortuna. Sino porque amaba lo que hacía.

Fernando era un periodista, en todo el sentido del término. Un obrero de la palabra. De esos que no salen en la tele, que no son ricos ni famosos. De esos vocacionales de verdad, que cuando salía de su trabajo en la mutualista se iba por las noches al diario un par de horas. A levantar el teléfono, a buscar noticias. Y que no necesitaba formación académica ni conocer las modernas tendencias filosóficas de la profesión para saber lo más importante: que un periodista tiene que tener amor por la información, por el dato cierto, por la verificación.

Fernando era un periodista. Periodista. Así, sin ningún adjetivo extra, lo cual es uno de los mejores elogios que se le pueda decir a alguien en nuestra profesión. Y juntó lo mejor de dos mundos: el periodismo y el rugby.

Alguien dijo que para ser un buen periodista hay que ser antes buen tipo. Porque el periodismo, invariablemente, exige ponerse en el lugar del otro, cada día, mientras encontramos el enfoque de cada noticia. Y les aseguro que en mi vida conocí a pocos tipos tan buenos como Fernando. Todo cariño, todo respeto. Todo cercanía, una cercanía que te hacía sentir su amigo al instante. Irradiaba calor, quizás sin siquiera darse cuenta. Aunque la relación fuera por teléfono, como la que yo mantuve con él durante ocho años, cada fin de semana, para intercambiar datos, desde un partido de M15 hasta una clasificación de Los Teros al Mundial. De noche, cuando los protagonistas ya se fueron del tercer tiempo, y mientras nosotros intentamos pasar al papel lo que ellos inventaron en la cancha.

Fernando se fue de una manera muy injusta y rápida. Y quizás lo que más nos duela a muchos de los que lo conocimos fue que, en el fragor del laburo diario, no pudimos decirle que lo queremos mucho. Y, personalmente, que me enseñó una forma de sentir este trabajo. Callado, humilde, sin pedir nada. Laburando, escribiendo, averiguando.

Fernando, te voy a extrañar. Estés donde estés, te quiero mucho.

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