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Historia de un fracaso (parte I)

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La clasificación no se perdió en la serie con Rumania, no fue culpa de este equipo, sino en todos los conflictos que tuvo el proceso de selección desde 2008

 
Por Ignacio Chans
El 39-12 de Los Teros el sábado y la consecuente eliminación del a Copa del Mundo no podría haber sido más lógica. No solo por la diferencia de la que parte el rugby de ambos países a la hora de optar por un boleto al Mundial –que el equipo supo disimular muy bien en el partido de ida-. Más que nada, por la forma en que, otra vez, el camino al Mundial fue un relato acabado de problemas, rencillas, conflictos políticos pero también personales y falta de consenso. Cada uno de los conflictos que se fueron tejiendo, no solo en este año sino también en los anteriores, fueron colaborando para que Los Teros llegaran al partido decisivo por la eliminatoria con un plantel que tuvo una gran entrega y sorprendió achicando diferencias, pero que al final sintió la ausencia de jugadores clave que reforzaran a un grupo que creció muchísimo en el año.
 
Pero para entender lo que fue el final, hay que retrotraerse a lo que fue todo el proceso de eliminatoria, que comenzó oficialmente setiembre de 2008, cuando la URU, tras varios contactos infructuosos, decidió contratar al argentino Guillermo García Porcel, un entrenador sin grandes antecedentes internacionales, pero que llegaba con la especial recomendación de Hernán Rouco Oliva, ex entrenador de seven de Argentina y gerente de la IRB para Sudámerica. Con Rouco, la directiva del presidente Gustavo Zerbino buscó establecer una especial alianza, política pero también de juego, para que diera una mano –hasta donde le permitiera su cargo-, como hizo cuando fue el entrenador de Uruguay en la Nations Cup 2008 junto a Albérico Passadore y Francisco Berruti. 
 
Pero los inconvenientes de la era García Porcel se dieron casi desde el primer momento, con un conflicto político con Carrasco Polo por la cesión de jugadores, mientras ambos compartían compromisos: la selección, una serie de amistosos ante Buenos Aires EEUU y Chile; y Polo,  el Torneo Regional del Centro argentino, del que se terminó retirando por entender que no podía afrontar esa exigencia con tantas ausencias. Tensiones aparte, la selección siguió su camino y ya en 2009 ganó la primera fase de la eliminatoria sudamericana, con una histórica victoria 49-16 ante Chile, y luego se fue nuevamente a jugar la Nations Cup de Rumania. 
 
Las tensiones políticas seguirían en los meses siguientes, aunque nada hacía prever un fin abrupto. Pero dos meses antes de la eliminatoria ante EEUU, García Porcel renunció intempestivamente.
 
La URU vio una oportunidad de tender puentes con el nombramiento de Felipe Puig, un  entrenador con experiencia y buen relacionamiento con clubes y jugadores, que afrontó la eliminatoria que terminó con derrota ante EEUU. Pero tras la derrota, algunos cortocircuitos entre la directiva y el DT terminaron descartando que el DT siguiera al frente de Los Teros.
 
Llegó enero de 2010, y un nuevo entrenador: Gonzalo Camardón ex Puma y DT en Italia. El proceso empezó tormentoso, cuando la URU fracasó en el intento de armar el cuerpo técnico que pretendía, con Camardón, Bruno Grunwaldt, Sebastián Piñeyrúa y Diego Ormaechea, ya que este último no llegó a un acuerdo.
 
Pero la real crisis se configuraría unas pocas semanas después. Luego del Crossborder ante las provincias argentinas, y en la semana previa a enfrentar un amistoso ante la URBA, siete jugadores del seleccionado -apoyados por varios otros en los días siguientes a través de un mail-, se negaban a entrenar con Los Teros, reclamando la renuncia de Grunwaldt y Piñeyrúa, ya que entendían que no aportaban lo suficiente, además de exigir cambios en la forma de planificar los entrenamientos del seleccionado. Los jugadores alegarían luego se que se trató de una promesa del presidente Zerbino, de cambiar el cuerpo técnico una vez que terminara el Crossborder, una promesa que el presidente siempre negó terminantemente. Camardón fue claro: el cuerpo técnico no tenía bajas, aunque sí altas: se sumaba Gonzalo Amaya, entrenador de line y un entrenador argentino de scrum. (Continúa…)

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