*/ ?>

A redondear la historia

Escrito por Ignacio Chans Etcheverry*/ ?> Publicado en Selección, Selecciones, Teros XV

Los Teros se enfrentan a la primera de las dos últimas paradas de un largo proceso, para el que se prepararon a conciencia: el repechaje ante Rusia por un lugar en el Mundial

Foto Twitter @TerosXV

Foto Twitter @TerosXV

 

Ignacio Chans-Redacción RugbyNews
Corría mayo de 2011. El Mundial de Nueva Zelanda 2011 todavía no estaba encima de la mesa para la mayoría de las selecciones, pero para Uruguay se había acabado hace rato, en aquel noviembre de 2010 en el Estadio Arco del Triunfo de Bucarest, con el 39-12 de Rumania. Un grupo de chiquilines, muchos sin ninguna experiencia en selección, se subían a un ómnibus para viajar hasta Puerto Iguazú a jugar un Sudamericano. Argentina goleaba, y después de mucho tiempo, Chile le ganaba a Los Teros por un punto y en la hora. El rugby uruguayo estaba aún dividido, pero empezaba a recorrer el camino para cambiar eso. Y aunque a muchos aún no se les pasaba por la cabeza, el destino estaba en Inglaterra 2015. Ese destino que se enfrenta este sábado desde la hora 5 en Siberia a la primera de las últimas dos paradas: el partido de ida del repechaje ante Rusia.

Procesos. Esa palabra que se pudo tan de moda en el fútbol, gracias al Maestro Tabárez, Lugano, Forlán, Suárez y compañía. Procesos, eso que para el rugby siempre fue una quimera. Que siempre fue un lujo al que no se apelaba, porque ese milagro de un deporte de 3 mil jugadores federados alcanzaba para seguir peleando clasificaciones a los mundiales, además de meterse en los juveniles y los de seven, entrenando dos semanas antes en donde hubiera lugar y con quien estuviera a la orden.

A ese proceso que transformó la cara del rugby uruguayo le llega hoy su prueba final. Porque es cierto que el rugby uruguayo continuará después del 11 de octubre cuando se juegue el partido de vuelta, y que la idea es mantener este proyecto si no se llega a clasificar al Mundial. Pero es indudable que todas las baterías, de entrenadores, dirigentes y jugadores, están puestas desde hace mucho en esta serie, y en la fiesta de Inglaterra. Y que la historia futura del rugby uruguayo será una con Los Teros y otra sin ellos en el Mundial. Entre otras cosas porque, si consiguen el objetivo, seguramente sean la última selección amateur de la historia en jugar un Mundial de rugby.

Y afortunadamente, todas las piezas del proceso encajan ahora, en el momento justo. El plantel, con muchos de los que empezaron aquel sacrificado viaje a Iguazú en 2011, llega en un muy buen momento, con un grado ideal de experiencia pesar de rondar los 25 años de promedio: todos tienen más de 25 partidos internacionales sobre sus espaldas, y muchas finales disputadas en los últimos meses: la victoria ante Chile en el Sudamericano 2013 que permitió seguir en carrera, la Eliminatoria ante Estados Unidos, donde se perdió pero se creció muchísimo en el juego, la Nations ante Rusia que posibilitó superarlos en el ránking y ser locales en el partido de vuelta, y la semifinal del repechaje ante Hong Kong, en el que Los Teros aprendieron a jugar una final a 80 minutos con la chance de despedirse del sueño si perdían.

Mucho ya se ha hablado también de la vuelta de Rodrigo Capó, y como las piezas vuelven a encajar en el momento justo. Pero desde lo rugbístico también es una pieza clave, que permite crecer en experiencia, en roce internacional, pero también en dinámica de juego y en obtención en las formaciones fijas.

El proceso también tuvo su momento cúlmine en la preparación del Charrúa. Hace dos años la concesión del estadio del Parque Rivera se convirtió en una revolución, que permitió al rugby ser uno de los deportes en tener su propio Centro de Alto Rendimiento, con cancha, gimnasio, concentración, clínica médica, entre otras cosas. Todo eso se fue construyendo progresivamente en estos dos años, en el que se fue creando una cultura de selección, en el lugar donde los mayores se cruzaban con los juveniles y empezaban a transmitir eso que es invisible. Pero además, en esta recta final se cumplió con el último reclamo que faltaba de los jugadores: el pago de un viático, que posibilitara cambiar los entrenamientos de la noche para pasarlos a la mañana y hacer posible eso que siempre se dice del entrenamiento invisible, donde el descanso es fundamental.

Nada de todo eso asegura la victoria. Enfrente habrá un rival durísimo. Y ante todo, de los más parejos que Uruguay pueda encontrar en el mundo. Y con la desventaja de que, en la primera de cambio, ellos tienen todas las de ganar, porque Los Teros tendrán 11 horas de diferencia horaria y alrededor de 0° de temperatura. Pero sí asegura que, como nunca, se hizo todo para poder lograr el objetivo.

LAS CLAVES DEL PARTIDO
La obtención
Siempre es clave en el rugby, pero más en una final. Y en estos años Uruguay ha tenido una doble cara: el scrum ha servido para imponerse a rivales aún muy superiores, perro el line le ha complicado partidos contra rivales muy inferiores. La historia cambió un poco desde la llegada de Juan Bado como entrenador de line, aunque lo que queda es hacer más consistente la tirada. La llegada de Capó ayuda mucho, ya sea como saltador o para coordinar los movimientos. Lo malo es que ha tenido poco tiempo para coordinar con el equipo. Del otro lado, el scrum puede ser una herramienta decisiva ante un rival que sufrió contra España y Georgia.

Usan bien el pie.
El apertura Kushnarev ha sido clave en varios partidos de los rusos: tanto en el juego posicional como en las patadas a los palos, donde ha sumado buenos puntos. Eso obliga a una gran disciplina para no regalar penales que se transformen en puntos fáciles

Defensa
Fue lo más fuerte en los últimos partidos internacionales de Uruguay. Contra EEUU fue el elemento que le permitió empatar en Montevideo y pelear hasta los 60 minutos el partido en Atlanta. Y contra Hong Kong la defensa cerró caminos y apenas le permitió a los asiáticos sumar tres puntos de penal. El sistema defensivo está firme e internalizado.

No dar espacios
Rusia demostró hasta ahora ser un equipo fuerte y potente pero previsible: su estrategia ofensiva no ha ido mucho más allá de de usar bien el pie para ganar terreno y atacar de pelota recuperada, o para quebrar por el centro de la cancha haciendo vale su fortaleza física. Algo parecido a lo que propuso EEUU en varios momentos. ¿La solución? Marcar muy encima y con gran disciplina para el doble tackle y el rápido reposicionamiento, de manera de no dejarle pie para la velocidad de pelota.

*/ ?>