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Si se aprende será positivo

Escrito por Ignacio Chans Etcheverry*/ ?> Publicado en Selecciones, Teros XV, Uruguay

Uruguay no jugó bien en un partido disputado como un clásico. ¿Fue un paso hacia atrás? Difícil de sostenerlo

Ignacio Chans-Redacción RugbyNews
El camino en la Américas Rugby Championship no es tan previsible como se podría imaginar en un principio. ¿Era previsible tanto sufrimiento ante Brasil? ¿O estar a un paso de la victoria ante Argentina, aunque viniera con un equipo lleno de juveniles y jugando con Uruguay mismo con muchos jóvenes? ¿Y en el juego? ¿Era previsible que durante mucho lapso del partido los argumentos fueran la defensa, el scrum, el maul y el juego corto?

Es rugby. Es la realidad por sobre una hoja de ruta. Y el partido de ayer fue una buena prueba. ¿Fue un buen partido? No, los errores superaron por largo los aciertos ¿Fue una pura demostración del juego dinámico y ofensivo que quiere imponer el DT Esteban Meneses? Menos aún. Fue un partido cerrado, entreverado, muy defensivo, donde si faltó ataque fue más por incapacidad de llegar a generar esas opciones.

¿Es un paso atrás? Difícil de sostenerlo con claridad. Porque el purismo no es un buen consejero. Un equipo completo es capaz de ganar dando espectáculo –a donde se pretende llegar- pero también arremangarse y jugando feo. O más bien, defendiendo y aprovechando oportunidades.

En el primer tiempo se hizo y se ganó 18-7. En el segundo no se hizo durante 75 minutos, se logró en los 5 y casi se gana en la última. Pero no se ganó. Y eso acumula para la columna de las contras. Pero más allá del score final –que es importante para empezar a ganar, otro punto clave del proceso-, la enseñanza que quedará de la derrota 24-21 es eso: son necesarias todas las herramientas al alcance para ganar, pero hay que darse la oportunidad de poder hacerlo.

Uruguay se disfrazó de Brasil en el primer tiempo. Porque si hace una semana Los Tupis habían complicado a los celestes en el ruck y habían usado bien el pie, Uruguay hizo lo mismo ante un rival superior en los papeles. Claro que le agregó mucho más que lo que habían hecho los brasileños. Cuando la tuvo –y no lo presionaron los buenos kicks rivales- tuvo intención de jugar la pelota y de moverla para desordenar a la defensa rival. Con una tercera línea agresiva y participativa, los gordos –más que los backs- tuvieron el liderazgo del partido, pero no con un juego corto y donde no se viera la pelota. Fue lo mejor de dos mundos, y por eso cuando Uruguay la tuvo fue peligroso.

Pero sobre todo Uruguay fue un bastión defensivo, algo que había costado en los dos primeros partidos, y algo que se necesita siga existiendo. Es cierto, se siguieron cometiendo muchos penales, pero se aprovechó que Argentina –quizás sobrando el partido- no los pateaba sino que jugaba al line, y en los últimos cinco metros apareció un enorme sacrificio para defender el maul y los rucks, y se lograron robar varias pelotas. Así, a pesar de que Argentina madrugó a Uruguay en la primera jugada con un try, en el resto del primer tiempo se vio maniatado por una defensa que le impidió sumar velocidad de pelota y generar desequilibrios con sus tres cuartos –cuando lo hizo fue muy peligroso-. Eso, y los errores de manejo de los argentinos, hizo que la defensa de Uruguay terminara dominando, y generando varias opciones ofensivas, que terminaron en dos tries y dos penales.

Uruguay podría haber crecido en el segundo tiempo, pero en cambio el concierto de errores en ambos bandos se profundizó. Argentina siguió cometiendo errores de manejo y Uruguay siguió cometiendo penales, pero también generándolos tanto en ruck pero sobre todo en el scrum, donde llegó a sacar una superioridad insólita. Pero falló en poder traducir eso en juego de ataque, porque dejó al menos cuatro pelotas adentro en penales, y se derrumbó en efectividad del line.

Sin pelota –Argentina también jugó mejor en los kicks posicionales –el juego siguió siendo argentino-. Las amarillas empezaron a llegar –Argentina por los penales en el scrum, Uruguay en el ruck- y el partido se fue desnaturalizando y entró en un estadio de nerviosismo en el que los dos dejaron de jugar y trataron de sobrevivir. El juez anuló un try aparentemente válido a Argentina por forwards pass, pero luego el scrum –ya con uno menos y varios cambios- no pudo sostenerse y vino otro penal, line y maul y el try argentino para el 21-21.

El enorme desgaste defensivo uruguayo pasó factura, y uno a uno fueron cayendo soldados, agotados. El final fue con medio equipo menor de 22 años que sufrió en el scrum pero fue a buscarlo, con armas limitadas, ganando algún line y apretando con el maul. Los errores fueron de aquí para allá y vino otro penal argentino para pasar al frente 24-21.

Y al final, sin el juego pulido que se pretende pero con mucho amor propio y empuje de los forwards en el maul, Uruguay estuvo a un paso del try. Otra herramienta imprescindible, que no menosprecia la del cambio de juego, siempre que –como la otra- no sea la única herramienta. Estuvo a punto: primero el pick and go quedó a centímetros, luego fue un knock con cuando la pelota salió afuera.

Fue derrota. No se jugó bien. Pero se jugó como un clásico. Con menos errores se pudo haber ganado. Quizás con un poco más de experiencia también. Todo lo mismo aplica a Argentina.

Desde el juego no quedó mucho para destacar, más allá de la defensa. Desde la actitud sí. Y la maduración que irá adquiriendo el equipo, también. El balance depende de qué parte se quiera mirar, porque las dos son válidas

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